La ley de Herodes - Luis Estrada - México
8/10
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El reparto lo lidera un brillante Damián Alcázar que esta soberbio en los dos registros, como honrado y como corrupto, un personaje como Vargas al que sube a lo mas alto Alcázar con su interpretación y que a pesar de su mala fé y de sus ganas de ser gobernador al precio consigue que empatizemos con el fácilmente. También el veterano Pedro Armendáriz Jr. hace un gran papel y sus escenas con Vargas cada vez que este lo visita son antológicas. Es en una de ellas donde aparece la frase del titulo del film: 'Te tocó la ley de Herodes, o te chingas o te jodes!', una expresión muy mexicana como otra que también dice Armendariz en el film a Alcázar: 'En este país, el que no transa no avanza!'. Después tenemos unos secundarios bastante aceptables como Rosa (Delia Casanova), la mujer de Vargas; Carlos Pek (Salvador Sanchez) el secretario que le espera en el pueblo e intenta que Vargas no se vuelva un corrupto, el cura que cobra por todo incluyendo la confesión (Guillermo Gil), el doctor que a priori parece el mas 'normal' (Eduardo López Rojas) o esa madame zarrapastrosa llamada doña Lupe con tan mala boca (Isela Vega). Todo un desfile de enormes personajes a cual mas variopinto y real. 'La ley de Herodes' es una joya mexicana que trasciende y su historia base se podría y se podrá aplicar durante muchos años de diferentes modos porque si hay algo que ni ha cambiado ni cambiara, es la corrupción. Sorprendente es observar con perplejidad que actualmente, en 2014, el PRI vuelve a gobernar México, algo impensable tras ver en esta singular comedia el abuso de autoridad ejecutado dicho partido. Como cinéfilo amateur no he podido reconocer muchos de los guiños a esa etapa del cine de oro mexicano pero si el que Estrada le hace a Sam Peckinpah y su filme 'Bring Me the Head of Alfredo Garcia' cuando nos enteramos (no es spoiler) de que el anterior presidente municipal, Alfredo Garcia, perdió literalmente la cabeza. Grandes momentos de humor no forzado y de situaciones totalmente normales donde el solo ser de los personajes las hacen hilarantes y surrealistas. Su final es de lo que se recuerdan, sin mas complicación ni artificio que cerrar una comedia dejando dibujada una sonrisa, un final perfecto y adecuado mezclando lo mismo que se ha ido haciendo durante sus anteriores 120 minutos, la comedia y la política. Si el humor irónico y natural que presenta el director mexicano así como la critica a la política sufrida por el país del tequila son los temas base de la cinta, existe un mimo a nivel técnico de una exquisitez apabullante. La fotografía de Norman Christianson es una barbaridad, el tono sepia, ocre, marrón --mejor dicho, sucio como muchos políticos-- en todos y cada uno de los planos evocan perfectamente al momento de la historia en que se suceden los hechos, finales de los 40. El trabajo de Christianson en la composición de imagenes, el efectivo diseño de producción, la actuación de Damián Alcázar y la dirección de Estrada son los máximos exponentes de una gran comedia que obtuvo 11 Arieles (los Oscar mexicanos) en el año de su estreno y que en total cuenta con mas de 20 premios en su haber. Una joya por descubrir y una de las mejores comedias/criticas a cualquier sistema político de la década.
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