We Need To Talk About Kevin - Lynne Ramsay - Reino Unido
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La película arranca con una secuencia visualmente impactante, en la que nos muestra a Swinton siendo alzada entre el gentío en la fiesta de La Tomatina de Buñol, donde todo se tiñe de color rojo y la alegría alcanza el éxtasis en la protagonista, ofreciendo ya de entrada un gran contraste con el infierno que vivirá en el resto de la historia. La narración en general peca de ser algo confusa, en la que por momentos los personajes y algunos tramos de la historia pueden llegar a parecernos demasiado frios, esto se debe a que la película va alternando mediante flashbacks escenas del presente y pasado, de una forma no demasiado satisfactoria, ya que tiene un guión desestructurado que va cobrando sentido a medida que la protagonista va superando el miedo que le provocan los recuerdos de su hijo, haciendo que la película cambie rapidamente de tono de una escena a otra, como en las que vemos la complicidad del personaje de Swinton con su marido (un discreto John C. Reilly), o los momentos que comparten con su otra hija pequeña, cambiando a otras bastante tensas, como las de la protagonsita limpiando su casa de pintura roja (de nuevo ese ronjo intenso que estará muy presente en toda la historia), o su desquicidada relación con su hijo intentando educarle. No obstante una vez familiarizado con esta forma de narrarnos la historia la seguimos sin mayor problema, sobre todo gracias a la gran labor de una Tilda Swinton que lo da absolutamente todo, transmitiendo ese dolor, rabia e impotancia que desprende su personaje desde el primer momento, y es que su personaje es un ser condenado a la soledad más cruel y despiadada, a la que todos le dan de lado y hacen notar su desprecio, por causas ajenas a su voluntad. Quizá el punto de vista más interesante de la película, es que la directora Ramsay rápidamente construye un enigma ambiguo: Kevin muestra un rechazo casi instintivo a su madre, pero su madre lo rechaza inicialmente. El amor a un hijo en ocasiones es algo que no ocurre con su mero nacimiento, y en esta película lo vemos claramente, ella pasando del odio al amor casi por oblicación, mientras que Kevin se queda instalado en ese odio/indiferencia desde el principio. El papel del perturbado Kevin esta reservado para el enigmático Ezra Miller, que sin apenas diálogo y a través de miradas y gestos, logra crear un personaje que lleva la palabra maldad escrito en la frente (se llega a sentir impotencia en ver el trato que tiene con su hermana pequeña), de hecho las escenas donde Swinton y Miller comparten escena son las más disfrutables de todas. Técnicamente la película es bastante discreta, con un aspecto algo amateur por momentos, con otros que rozan lo notable, como las escenas de La Tomatina o la reverencia final de Miller con arco en mano. Sin duda una película más que interesante, oscura, tensa, reflexiba, que sugiera más que muestra y nunca cae en el morbo, con unas grandes interpretaciones por parte de Swinton y Miller, y que consigue crear un ambiente malsano, lástima de esos bajones en el desarrollo que hacen que la narración sea algo confusa, pero que gracias al buen hacer de la directora al final la película consigue su propósito. No dejará indeferente a nadie.
Que buen artículo... es interesante de saber peliculas así' de niños psicópatas. Es un cine reservado para los amantes de este género. Buen trabajo.
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