The Visit - M. Night Shyamalan - Estados Unidos
5/10
M. Night Shyamalan ha vuelto al cine de terror, dicen. Mal definido, obviamente. Ha vuelto, pero con un cine terroríficamente cómico. Se desenvuelve en una producción de bajo coste y sencilla, utilizando el formato del found footage; grabado siempre (en teoría) por la niña protagonista de la historia, Becca (Olivia DeJonge), quien va con su hermano pequeño Tyler (Ed Oxenbould) de visita a casa de sus abuelos maternos a los que jamás han visto, con la escusa de querer grabar un documental sobre la vida de su madre. A lo largo de la semana los niños irán notando una actitud demasiado extraña en sus abuelos y lejos de descubrir el secreto de por qué su madre jamás les llevo a verles y no volvió a hablarles, descubrirán en qué lugar se han metido. Aquí tenemos un claro ejemplo de cómo acabar con todos los cánones del cine de terror, y hacer exactamente lo que te dé la gana. Cierto es que nuestro cine está pasando por una etapa de auténtica 'modernidad'. Idea acertada en grandes ocasiones, pero hay que saber dónde están los límites de la verosimilitud, para que una película que debería asustarte no te cause risa (por no llorar) y te confunda tanto que no sepas exactamente qué estás viendo. Y es que si tenemos en cuenta declaraciones posteriores de Shyamalan en las que decía que había elaborado tres montajes, uno cómico, otro de terror y una mezcla, optando finalmente por el último, debería haber dejado estas intenciones más claras desde un principio.Ya que si sin saber a qué te ibas a exponer, únicamente visualizando el tráiler y los comentarios, tus expectativas iniciales son de pasar 94 minutos agarrado a la butaca del cine, mirando la pantalla casi de reojo entre los dedos de las manos. Algo que no sucede. Porque, ¿dónde están la tensión y el miedo que deberían causar unos abuelos psicóticos? Por ninguna parte. Es totalmente surrealista que unos niños queesconocen a sus abuelos vean reacciones extrañas por parte de los ancianos y lo primero que se les ocurra ante ello sea hacer burlas. Burlas, sí, como leen. Por tanto, si ellos mismos se lo toman a risa y no pasan miedo, difícilmente vas a conseguir que un espectador pueda ponerse en la piel de los personajes, se identifique y se asuste. Y es que además antes de que los niños hagan su desentonada burla, cualquier tipo de tensión que pueda generarse no termina de cuajar, porque el director se ha encargado de romper por completo el momento de suspense con tonos irónicos o simplemente no haciendo nada. Ironía que a mi parecer, no como a otros, más que enriquecer la intriga la entorpece. Únicamente los últimos 20 minutos son más inquietantes y despiertan mayor interés en la trama. ¿Estamos entonces ante una comedia negra? Cierto es que el remate final del niño protagonista nos deja con esa sensación de engaño, y resuelve la duda de que todo haya sido un completo juego lúdico, de una película que no se toma enserio a sí misma y busca, quizás más, el divertimiento.
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