sábado, 22 de octubre de 2016

HALLOWEEN II


 Halloween II - Rob Zombie - Estados Unidos
 
El  comienzo  de 'Halloween II'  parece  querer  situar  al  espectador  en el  mismo  terreno sobre el  que se  planteó la previa 'Halloween' (2007).  Si  aquella  seguía de  manera fiel, casi  caligráfica,  el  film  original  de John Carpenter, 'Halloween' (1978),  que le servía de inspiración,  el  situar  el  inicio de esta  secuela  en la misma  noche,  arrancar desde  el  plano siguiente al  que  cerraba el  film  anterior, parece  indicar  que Rob Zombie va a  proseguir  con  su recreación de la saga con un remake de '¡Sanguinario!' (incomprensible  título con el  que se bautizó  en España la primera continuación protagonizada  por  Michael  Myers;  el  título original  es  el  más  prosaico  Halloween II). Así, como sucedía con el  film  dirigido por  Rick Rosenthal, se nos  sitúa en el  hospital donde ha sido  ingresada Laurie Strode para ser  curada de sus  heridas.  Pero pronto descubrimos  que las  cosas  no son lo que parecen:  Zombie  realiza un detallado diagnóstico del  estado del  cuerpo de Laurie tras  su enfrentamiento  con Myers: desgarros, profundas  heridas, huesos  astillados...  A  través  de una serie de planos detalle vemos  cómo  los  médicos  limpian  de sangre los  cortes,  extraen trozos  de cristales  y astillas,  suturan y encabestran...  No hay  ningún ánimo  morboso  en esta atroz  recreación,  sino una mirada  documentalista   ante los  estragos  físicos  nunca antes  vista en el  género slasher  en el  cual,  por  lo general, los  supervivientes  no suelen mostrar  secuelas  reseñables  tras  pasar  por  un infierno  en el  que su vida  ha estado en juego. Que, minutos  después,  se nos  revele que toda esta  primera parte no es  más  que una pesadilla  sufrida por  Lori  confirma su  condición de declaración de principios:  Rob Zombie despierta de su propia pesadilla,  la que supuso el  encargo  de 'Halloween' (2007) el  cual  se resolvió  de manera  desconcertante  para  sus  seguidores:  tras  borrar  el componente mitológico  del  asesino creado por  Carpenter  y Debra Hill  y resituarlo en su universo  'White  Trash', a  continuación un miedo  reverencial  parecía  apoderarse del director  de 'The Devil´s Rejects' obligándole a abandonar  su  camino  para seguir, paso a  paso, el  sendero original  marcado por  'Halloween' (1978).  En este  sentido, 'Halloween II'  no es  tanto una continuación  de ánimo  comercial  (al  menos,  no sólo) sino un ajuste  de cuentas  consigo  mismo  con el  que exorcizar  el  fantasma  de  Michael Myers.



'Halloween II'  es  la recreación cinematográfica  del  Síndrome de  Estrés  Postraumático (SEPT)  que sufren  aquellos  que lograron salir  vivos  (pero no ilesos)  del  regreso de Michael  Myers  a  su Haddonfield  natal. En primer  lugar, la protagonista, Laurie, acosada  por  terribles  pesadillas  desde hace  años  (como la que se ilustra al  comienzo del  film)  a las  que intenta combatir  con  terapia  y medicación con escasos  resultados. En uno de los  momentos  mas  impactantes  vemos  como empieza  a sufrir  violentos ataques  psicóticos  incluso estando despierta. Su amiga  Annie, en cuya casa vive ahora junto al  padre  de esta, parece  haber  superado de manera mas  eficiente  dicho trauma  pero el  hecho  de que nunca la veamos  fuera  de su casa nos  hace pensar  en un encierro voluntario debido a las  cicatrices  que  le cruzan  el  rostro como estigmas imborrables.  En cambio, el  doctor  Samuel  Loomis  ha canalizado  el  sentimiento de culpa que le atenaza por  sentirse responsable de  los  sangrientos  actos  de  su expaciente a través  de una actitud arrogante y despótica  que le ha servido para sacar pingües beneficios  de la tragedia con sus  best-sellers. Un rótulo nos  informa que han transcurrido dos  años  desde los  acontecimientos  narrados  en 'Halloween' (2007). El  origen, pero bien  podían haber  sucedido la semana anterior:  el  horror  ha  quedado grabado en su consciencia, pasando a formar  parte de su  existencia.  Les  acompañará siempre, siendo más  oscuro que su  propia  sombra,  atrapados  en una  perpetua  no-vida. ¿Y Michael  Myers?  Rob Zombie  invierte gran parte del  metraje  de 'Halloween II'  para mostrar, de manera paralela, el  desarrollo de la vida de  dichos  personajes  mientras Michael  vuelve a casa. De esta manera, consigue  mantener  la mirada  materialista  del personaje y el  mundo que le  rodea -subrayando la  monstruosa envergadura de  su presencia, vestido con sucios  harapos,  con su cara cubierta por  una capucha  y luciendo una frondosa  barba;  la terrible fisicidad de sus  ataques, cuya planificación rehuye cualquier  estilización para convertirle en una máquina de matar,  directa y eficaz- y,  a  la vez, devolverle de manera hábil  el  enfoque sobrenatural  original:  como indicaba  Tonio L.  Alarcón en su  crítica en  Dirigido por  (nº  417, diciembre de  2011), Myers  parece  invocado por  sus  víctimas, es  atraído  por  ellas.  De esta  manera, Zombie enlaza con  la idea expresada  por  Carpenter  que hacía  de su asesino  una manifestación material  del  hombre del  saco, imposible  de detener  pues  la mera creencia  en su existencia,  y el  miedo resultante, le da  vida.


'Halloween II'  hace  gala de un desarrollo cadencioso, incluso  de cierta morosidad,  con una estructura episódia,  dividiendo  la película en los  días  de la semana (algo que será fundamental  en su posterior  'The Lords  of  Salem'),  lo cual, unido al  devastador panorama  anímico  de sus  personajes, dota al  conjunto de un tono alucinado.  Los numerosos  flashes  oníricos  que  jalonan el  relato  no sólo inciden en esa irrealidad  sino que sitúa al  espectador  en un panorama exclusivamente mental. En estas  secuencias, Michael  es  guiado por  el  espíritu de su  madre  muerta, convertida en un tétrico y hermoso  fantasma, y se ve a sí  mismo  como un niño, lo que evidencia  que su mente se detuvo  en el  momento  en que mató a su  familia, a los  once años.  El  contraste  de esta  peculiar  atmósfera tendente  a la abstracción  y cómo  es  agredida por  el  abrasivo sentido materialista  del  horror  que  tiene  su director  a través  de los  cruentos  asesinatos de Myers,  toda una apisonadora de  demolición  cárnica,  convierte el  visionado de 'Halloween II'  en  una pesadillesca experiencia,  un tobogán que nos  arrastra a un universo  fracturado en el  que  el  horror  y la demencia  son fuerzas  que viajan a través de nuestro código genético  y de las  que no se puede escapar. En la escena final  en el interior  de la cabaña,  las  luces  del  helicóptero y las  de los  coches  de policía convierten el  escenario en  un infierno estroboscópico  que refleja el  grado de fragmentación al  que  han llegado las  mentes  de todos  los  involucrados. Una de las  herramientas  narrativas  mas  empleadas  por  Zombie  en 'Halloween II'  es  el montaje  paralelo con el  que va tejiendo una  red que  une a los  personajes, atándoles  y guiándoles  a  un destino fatídico  e inevitable. Rob  Zombie nos  viene  a decir  que la figura del  asesino en  serie siempre es  una manifestación del  Mal  y que, por  lo tanto, nunca descansará  hasta terminar  su trabajo, aunque para ello hagan falta varias secuelas. La utilización de la cámara  lenta, e incluso del  plano  congelado, en los ataques  de Myers  es  la mejor  exposición  escénica  de la capacidad  del  Mal  para violentar  nuestra realidad, para  derribar  de una cuchillada esa ilusión de  seguridad que intentamos  construir  día a día, quizás  porque somos  conscientes  de  que el hombre del  saco se agazapa  en las  sombras, detrás  nuestro, y siempre vuelve.

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