lunes, 7 de marzo de 2016

LIZA, THE FOX FAIRY


Liza, the Fox Fairy - Károly Ujj Mészáros - Hungría 
8/10 

Liza (Mónika Balsai) es una enfermera de 30 años encargada de cuidar a la viuda del difunto embajador de Japón. Tímida y soñadora, enfrascada en sus novelas de amor japonesas, vive imaginando como será encontrar su media naranja. La única distracción que tiene en su rutinaria vida es un amigo imaginario Tomy Tani, un cantante J-Pop muerto años atrás. Lo que Liza no sabe es que Tomy no es un ser producto de su imaginación, sino un fantasma que solo ella puede ver. Celoso hasta la médula, por ectoplásmica que ésta sea, el cantante fantasmagórico quiere a Liza para él solo, por lo que irá provocando la muerte de todos los pretendientes de la joven enfermera. Nuestra protagonista, ajena a los tejemanejes del fantasma, empezará a creer que se está transformando en una hada zorro, un ser mitológico que provoca la muerte de todo aquel que cae presa de su amor. Triunfadora de la última edición del Nocturna (Festival Internacional de Cine Fantástico de Madrid), 'Liza, the Fox Fairy' nos demuestra que en Hungría hay cine más allá del que nos trajo Ladislao Vajda (vale, Ladislao desarrolló su carrera fuera de su país natal) y de la oscarizada, este año, 'El Hijo de Saul'. Su director y co-guionista, Károly Ujj Mészáros, nos presenta una fábula oriental con una estética que bebe directamente del cine de Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet ('Delicatessen', 'La Ciudad de los Niños Perdidos'). Su escenografía atemporal y totalmente deslocalizada, nos hace incapaces saber donde y cuando transcurre lugar la historia. A priori, podríamos apostar por la Hungría comunista de los 50-60, si bien, detalles como los anuncios de contactos en la Cosmopolitan o las continuas visitas de la protagonista al Mekk Burger, nos hacen plantearnos si no estaremos ante una Hungría alternativa o un país imaginario cualquiera. Mención aparte merece la galería de muertes de los pretendientes de Liza y, en especial, la forma en la que Tomy se lleva el alma de cada uno de ellos. Para finalizar, a todo esto habrá que sumar los distintos números musicales cortesía del espectro japonés (interpretados magistralmente por Erik Sumo & The Fox-Fairies). Una delicia de banda sonora con unos temas que no dejarás de tararear y que, junto al verde eléctrico del traje del cantante, son lo mejor de la película. No dejéis escapar esta joyita pseudo-nipona venida de Europa Central.

0 comentarios:

Publicar un comentario